
Todos queremos pensar que somos especiales, no hay mucha
gracia en ser uno más del montón. Y no estamos solos con esta fe ciega en
nosotros mismos: si hay alguien que sin duda quiere creer que somos especiales,
son nuestros padres. Esos mismos que te imaginaron como el próximo Picasso la
primera vez que lograste pintar más o menos adentro de las líneas o te
postularon como el sucesor de Maradona cuando al año intentabas caminar y te
tropezaste con una pelota.
Seamos sinceros, la mayoría de nosotros no salimos del
promedio, pero dicen que el amor es ciego y el amor por los hijos, en muchos
casos, parecería que además es sordo y tiene algún problema cognitivo. Está
bien, ¿cómo más tendría alguien el corazón y la paciencia para soportar años
sin descanso por el llanto de esas pequeñas criaturas que insistimos en llamar
«niños»? El problema es que en algunas ocasiones se puede llevar al extremo y
eso es lo que sucedió con la teoría de los niños índigo.
Los comienzos
Todo comenzó a principios de los 1980, cuando Nancy Ann
Tappe, una parasicóloga que decía tener sinestesia, publicó un libro en el que
hablaba de un fenómeno que había notado en los últimos años. Cada vez veía más
niños asociados al color índigo y, obviamente, los niños de color índigo son
muy especiales. Este concepto fue continuado por dos autores de libros de
autoayuda, Jan Tober y lee Carroll, en su libro Los niños índigo, de 1998 y
sigue teniendo una cierta popularidad hasta el día de hoy.
¿Qué son los niños índigo? Según el sitio oficial de
Carroll, son niños que «llegan al mundo sintiéndose como que son parte de la
realeza», sienten que «merecen estar aquí» y «se sorprenden cuando otros no
piensan lo mismo». Además, los niños índigo «tienen problema con la autoridad
absoluta», «simplemente se rehusan a hacer ciertas cosas» y «pueden parecer
antisociales si no están con otros como ellos».
¿Síntomas o superpoderes?
Para muchos, un niño que rechaza la autoridad, se niega a
hacer cosas solo porque se le da la gana y se cree superior que el resto solo
porque sí, podría describirse como «malcriado». Sin embargo, para los que
siguen esta teoría, los niños índigo son especiales. Creen que son una nueva
manifestación humana, una especie de versión evolucionada, con poderes
psíquicos incluidos. No lo sabemos, pero calculamos que también están esperando
que un señor pelado en silla de ruedas los reclute para estudiar en su escuela
secreta.
Pero aquí es donde el artículo se pone un poco más serio.
Por un lado, esta teoría parece inofensiva, todos tienen derecho a creer lo que
deseen y, en última instancia, convencer a tu hijo de que es especial
probablemente le infle el autoestima y lo ayude a encarar la vida de otra
forma. Pero...
El problema es que, en algunas ocasiones, estas
«características» de los niños índigo pueden acercarse mucho a síntomas de
algunos trastornos de aprendizaje o de otro tipo. El tema de la medicación (o,
para muchos, sobremedicación) para este tipo de problemas en niños es muy
controvertido y no pensamos meternos en ese debate. Pero es difícil negar que
sí existen niños que precisan algún tipo de tratamiento por sus problemas de
comportamiento.
Aquí es cuando esta teoría se torna un tanto preocupante: el
tratamiento de estos niños muchas veces puede posponerse o directamente negarse
porque alguien cree que el problema no existe y que los síntomas no son más que
una manifestación de su poderes. Este es el punto que le ha ganado los
detractores más duros a la teoría de los niños índigo.
¿Qué crees tú sobre esta teoría? ¿Es todo un invento o
estamos realmente ante un nuevo paso de la evolución humana?
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